¿Y esto quién lo paga?

Una de las formas más taimadas de socialismo es el socialismo pepero. Consiste en ser más socialista que los del partido socialista pero sin que se note. La situación es tan sencilla como la del soterramiento de la A5. El problema es muy fácil: unos señores que han comprado unas viviendas subvencionada, la mayoría de ellas militares, en una zona de escasez, y construidas por el franquismo se encuentran con que el desarrollo económico, que ellos también disfrutan, ha generado mayor tráfico por una carretera, debido precisamente a la construcción de viviendas como entre otras razones. Al cabo del tiempo, la nueva generación, educada en el socialismo, considera que no va a cambiarse de barrio, porque ha crecido allí, para encontrar mejores condiciones de vida, entre otras cosas porque no tiene dinero para ello. Pero en cambio si hay dinero, dinero público, o sea dinero de los demás, que se consigue con los impuestos que otros pagan, que puede ser utilizado para poner lujos ecológicos por la zona punto y más aún como para soterrar las vías de comunicación de tal modo que las viviendas se revaloricen, poniendo los vecinos solos sus protestas y sus votos sus puntos así como con la coacción generalizada en forma de manifestaciones, los políticos tendrán que ceder coman y poner el dinero de los demás para soterrar las carreteras y mejorar así la calidad de las viviendas de la zona punto que podrán venderse a mejor precio y que en todo caso se revalorizarán. Antes o después, el dinero público caerá en forma de dinero privado sobre los propietarios de estas viviendas. A mí me parece que ante situaciones como esta lo que hay que hacer es poner una contribución especial, es decir que quienes paguen esa obra sean los vecinos, ya que están tan empeñados en que la carretera sea objeto de soterramiento. Es algo perfectamente establecido en las leyes. Lo mismo que ha impuestos como hay contribuciones especiales. Así que la financiación de la obra de soterramiento de la A5 debe hacerse contra el patrimonio de los beneficiarios, que son precisamente los mismos que protestan.